Tiffany Robinson Rojas
Las emociones son reacciones ante experiencias que se asocian con cambios fisiológicos y conductuales. El patrón característico de las reacciones emocionales de una persona empieza a desarrollarse durante la infancia y es un elemento básico de la personalidad. Los primeros indicios o señales de sentimientos de los bebés son indicadores importantes del desarrollo. Cuando sus mensajes obtienen respuesta, aumenta su sentido de conexión con la otra persona. Las primeras señales de emociones son el llanto y la sonrisa:
Llanto: Es la manera más fácil (en ocasiones la única) en la que los bebés pueden comunicar sus necesidades.
-Llanto de hambre: llanto rítmico.
-Llanto de enojo: exceso de aire pasa por las cuerdas vocales.
-Llanto de dolor: repentino y sin significado preliminar seguido por retención del aliento.
-Llanto por frustración: 2 o 3 llantos interminables sin retención del aliento.
El llanto siempre debe ser atendido. Hay padres de familia que creen que si atienden a sus hijos e hijas siempre que lloran los van a malcriar o malacostumbrar, sin embargo está comprobado que dejarlos llorar por mucho tiempo puede interferir con el desarrollo de la capacidad para regular o controlar su estado emocional. Por el contrario, la respuesta rápida y sensible al llanto se asocia más tarde con la competencia social y ajuste positivo.
Sonrisa: Las primeras sonrisas ocurren de manera espontánea como resultado de la actividad subcortical del sistema nervioso. Alrededor del segundo mes, los bebés sonríen ante ciertos estímulos visuales, por ejemplo cuando reconocen un rostro o cuando les sonríen (sonrisa social). La sonrisa social indica la participación activa y positiva de los infantes en la relación. Hacia los 6 meses de edad las sonrisas significan intercambio emocional con alguien. La risa ayuda a los bebés a liberar tensión. A partir del año, los bebés empiezan a comunicarse intencionalmente con el otro acerca de los objetos. El primer paso es la sonrisa anticipatoria que es cuando los infantes sonríen ante un objeto y luego miran a un adulto mientras siguen sonriendo. Poco a poco, la forma y el tiempo de las sonrisas infantiles van cambiando a medida que se desarrollan.
Las primeras emociones
Poco después del nacimiento los bebés muestran signos de satisfacción, interés y aflicción. Son respuestas reflejas difusas, principalmente fisiológicas, a la estimulación sensorial o procesos internos. Durante los siguientes 6 meses, esos primeros estados emocionales se diferencian en verdaderas emociones: alegría, sorpresa, tristeza, repugnancia, enojo y temor, como reacciones de sucesos que tienen significado para el niño. El surgimiento de las emociones se relaciona directamente con la maduración neurológica.
Emociones autoconscientes: emociones como la pena, empatía y envidia, solo aparecen después de que los niños y niñas han desarrollado la conciencia de sí mismos, que es la comprensión cognoscitiva de que poseen una identidad reconocible, separada y diferente al resto del mundo. Entre el año y medio y los dos años surge esta consciencia y es necesaria para percatarse que son el centro de atención, identificarse con lo que otros sienten o para desear tener lo que otro tiene.
Emociones autoevaluativas: Aproximadamente a los 3 años los niños y niñas adquieren la habilidad de evaluar sus pensamientos, sus planes, sus deseos y su conducta en relación con lo que se considera socialmente apropiado. Esto da paso a las emociones autoevaluativas tales como el orgullo, la culpa y la vergüenza.
Referencias bibliográficas:
-Papalia, D. Dusking, R. Martorell, G. (2012). Desarrollo Humano. México.
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